lunes, 4 de agosto de 2008

Infarto masivo


Esta noche puedo perderte en esta pugna con el destino, por tratar de encontrarte. El cielo es apenas una mancha oscura de tormenta que no deja ver mis perlas cicatrizadas. Sólo aparecen insolentes manchas de tinta entre las que resbalan lágrimas de nácar.

Te vas sin verme. Te dormís por última vez sin mirarme. Sin quitarme luz. Estoy arrodillada. Te acaricio. Te grito. Herida en una habitación, sin darme tiempo a espantar las culebras malditas.

Ni siquiera la brisa puede ayudarme a darte aire. No se arremolinó, no te llenó de viento el alma. No valen las memorias perdidas. No alcanzan para sostener la puerta de madera infranqueable que se cierra.

No te das cuenta? Te escapás y las cosas quedan pudriéndose en la heladera. Una llamada en el sueño. Y yo estoy sin vos. Sin que nadie me despierte respuestas dormidas. Te acaricio. Te grito. Te pido que no te escapes. Te regalo al oído la música de las películas de Fellini, el trino de la voz del gorrión de París y hasta intento resolver aquel teorema que nunca entendí.

No te vayas. No te dejes caer vos también en esa boca de tormenta llena de barro, que ya me robó tantos amaneceres. Hablame. Hago lo que quieras. Me reinvento. Te llamo por teléfono si querés. Elegimos la comida del jueves y la del domingo.

Te acaricio. Te pido. Te grito. Me quedo así, abrazada a vos. Quizá crea que estamos las dos dormidas y pase de largo. Y se vaya. Quizá la muerte se distraiga si nos ve quietitas, con los ojos cerrados.

Hay una larga lista de cosas para hacer mañana. Y todas te esperan.

Mirame. Respirame. ¿No pueden apurarse?... No quiero ver fantasmas subiendo la escalera. Llamame de nuevo. Comete las uñas. Dejá la puerta abierta si querés. Pero mirame. Respirame de nuevo.

Y si pongo la foto de la abuela? Si ella te hacía caso, a lo mejor me hace caso a mí también.

Te acaricio de nuevo. La vida se arremolina alrededor de este hielo. No suma, no multiplica. Solo divide, solo resta. Diástole de la sístole. Hago presión sobre el pecho y queda la marca. Respiro fuerte. Y exhalas esta vez. Una vez. Dos veces. Y ni una más.

Dónde golpeo? A quién le grito? Quién me escucha? Ni siquiera tengo preguntas. Me quedé sin respuestas. Tu nuca irresucitable no me responde. La carrera de agujas se frenó de golpe. Siempre adelantado tu reloj. Siempre un paso más adelante. Por eso no llegué. No vas a mirarme.

Y te acaricio. Hace frío. Y no hay jazmines en julio. Una cuchara. Un plato vacío. El libro abierto. El lápiz sobre la mesa y vos inmóvil. La oscuridad viaja con sirena y sopla una partida sin despedida. Jaque mate. Partida terminada. Me quedo acurrucada sobre vos. Te acaricio. Te pierdo. No alcanza mi abrazo. Y te pierdo.