La sociedad se divide en dos mundos. Uno tecnificado, repleto de tips, de códigos, de contraseñas, de modelos que hay que seguir si la idea es pertenecer a él. El otro, básico, terrenal, a cielo abierto, con mas necesidades que ambiciones.
Un mundo espera el aumento de la bolsa; el otro simplemente que llueva.
Un mundo se pinta de floggers, de bloggers, de clicks, de cámaras que se encienden y de maquillajes que tapan los rostros.
El otro mundo tiene olor a tierra mojada, a animales picoteando los granos caídos alrededor de las bolsas, surcos de un pico y rostros enjugados en el sudor de una tarde calurosa de octubre.
Y ahí, entre esos dos mundos, navegando entre una costa y la otra, el hogar de don Lucero.
Una vieja cortina de color naranja se mueve con la brisa del mediodía y un poco más arriba, desafiando a su propio destino, la antena se prepara para decodificar las imágenes de ese mundo que sólo aparece en la televisión...
Un mundo espera el aumento de la bolsa; el otro simplemente que llueva.
Un mundo se pinta de floggers, de bloggers, de clicks, de cámaras que se encienden y de maquillajes que tapan los rostros.
El otro mundo tiene olor a tierra mojada, a animales picoteando los granos caídos alrededor de las bolsas, surcos de un pico y rostros enjugados en el sudor de una tarde calurosa de octubre.
Y ahí, entre esos dos mundos, navegando entre una costa y la otra, el hogar de don Lucero.
Una vieja cortina de color naranja se mueve con la brisa del mediodía y un poco más arriba, desafiando a su propio destino, la antena se prepara para decodificar las imágenes de ese mundo que sólo aparece en la televisión...
Elordi, Sábado 25 de Octubre de 2008
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