miércoles, 12 de marzo de 2008

La soledad

La soledad es lo único particularmente mío que tengo, íntimamente mío, privado. Duerme acurrucada entre laberintos de espejos que me reflejan cada vez que me pierdo entre ellos.
Es un rito antiguo de juegos malabares que se escapan hacia arriba, caen de repente y siempre vuelven a inventar el esperado vuelo. Sostiene entre paredes invisibles pero firmes, los límites que delimitan nuestros sueños y de los que intentamos huir, a veces con éxito.
La soledad es el tiempo que se detiene, que no pasa, que soporta estocadas de libertad y permanece escondida, añorando el amor perdido, sufriendo el amor abandonado, sin miedo a una lágrima.
Da vueltas repetidamente sobre sí misma como una noria incansable y traza en el aire espirales de humo de cigarrillos viejos, un perfume gastado en alguna piel olvidada y roces abrasadores que quemaron pasiones de una sola estrella.
La soledad me recorre sin cansarse, como un amante que siente con los ojos abiertos y disfruta del brillo irrepetible de una mirada enamorada, cuando deja caer un gemido que se pierde en la oscuridad.
Esconde mis memorias desperdigadas entre recuerdos distraídos y las reúne para evitar el olvido. Me acompaña cuando la madrugada despide a la luna y hace menos fría la mañana.
La soledad no siente pánico, aguarda paciente a que el temblor se acabe y la humedad se seque de mis profundos lagos; rescata mis labios sellados y los protege, hasta que los empape el arrebato de un impulso salado.
Permanece a solas en mi compañía, hace largos silencios y de vez en cuando, se sienta en el borde, al lado mío, a preguntarme quien habita el otro lado de la cama. Las sábanas perfumadas saben reconocer mi huella, la forma de mi cuello y el hueco de mi espalda. Las almohadas han perdido la geografía de ese cuerpo que se dejaba caer sobre ellas, y que compartía ese lado, pero solo ese lado, sin sueños soñados.
La soledad me acuna cuando me vence el cansancio y me prepara para atravesar el puente de la próxima parada. Es mi señal de paz, mi luz guía, que espera sin esperar a que llegue el día.

No hay comentarios: