lunes, 25 de febrero de 2008

Media vuelta


Dar media vuelta no es lo mismo que dar la vuelta. Una vuelta es volver al mismo lugar. Una mediavuelta es mirar hacia el otro lado, hacia un nuevo lugar adonde se puede llegar.
Una media vuelta nos compromete con nosotros mismos a seguir intentando, y hay una en cada esquina.
Un poco de aquí, un poco de allá, resaltador en dos noticias que vale la pena comentar. La marca del pocillo de café en el papel y una llamada que lleva hasta la primera intervención. Media vuelta en medio de la tarde. Cambio de oxígeno. Olvido del stress antes de entrar al estudio. Mediavuelta a todo. Como en la vida, en cada piedrita de Cortazar, en cada espejo de Borges, en cada verso gitano de García Lorca, en cada trazo de Picasso y en cada riff de Jimmy Page. Siempre una media vuelta que permita seguir, intentar, volver y fracasar, volver y ganar. Dar media vuelta e insistir.
Oxígeno otra vez. Mientras tanto, Clapton cuenta su historia en Cocaine y el pie golpea contra el suelo instintivamente.
El día tiene su media vuelta, como el resto de las cosas. Como nosotros mismos. Como las ganas. Como el sueño. Como la pesadilla. Como el juego. Como el deseo.
Otra media vuelta. Otro café. Una risa abierta responde a un chiste. Un bailecito improvisado. La lapicera que juega entre los dedos. El papel manchado con el borde del pocillo, ahora cubierto de borrones. Y casi al descuido, en una casualidad montada en complicidad conspirativa con el universo, alguien espera, en una esquina cualquiera, que ese corazón le regale una mediavuelta.

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